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Alfredo Montaña

Montaña pinta porque un día descubrió que aquel era el medio por el que podía expresarse, pero si su capacidad hubiera sido otra cualquiera dentro de la expresión artística, también lo habría hecho garabateando un papel pautado, emborronando cuartillas, golpeando piedras o retorciendo metales, porque Montaña necesita explicar, contar, imponer lo que ve, lo que vive o lo que siente, y se introduce en lo que duele, en lo que escuece, en lo que está más vivo y es más susceptible, más cercano y vulnerable a la destrucción, al aniquilamiento; él ha mirado, ha sentido el mismo el dolor, después lo ha dado la vuelta e inevitablemente lo ha contado, a su manera, sin quitarle un ápice de autenticidad.

 

Felicidad Sánchez-Pacheco

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